Por Cecilio Andrade
Dentro del “mundillo” del profesional o legitimo usuario armado, casi todos “saben” o creen saber como ocurrirá un enfrentamiento, como lo iniciará, como lo desarrollará y, obviamente, como lo terminará. Lo cual, patologías ególatras aparte, sabemos sin la menor duda que no será así. El Mariscal de Campo von Moltke nos lo dejó muy claro, y, si lo piensan bien, el señor Murphy también, “todo lo que puede salir mal, saldrá mal”. Por cierto ¿saben si Mr. Murphy se apellida Moltke?
Una de esas cosas cotidianas que observo desde hace años, aunque sospecho que es algo inmutable en cualquier entorno y época de la humanidad, en cursos, talleres, seminarios o entrenamientos, es la idea de crear respuestas del tipo que yo llamo “tablero de ajedrez”, “si el malo hace A yo haré B”.
En principio, saber que responder y como en cada situación dada es positivo, pero solo en principio. La vida real no es un tablero ordenado, mensurable, con reglas fijas e inmutables, ni previsible. “El Viejo” von Moltke nos lo dejó bien claro, el ajedrez en la vida real solo funciona si los adversarios colaboran y respetan las mismas reglas que nosotros utilizamos. ¿Lo hacen? Contesten ustedes a la pregunta.
A lo largo de los años he generado la habilidad de pensar como mis adversarios, o al menos aproximarme a esos pensamientos lo más posible. Esta habilidad me ha permitido realizar muchos análisis de situación que evitaron problemas y, también, escenarios potencialmente de riesgo.
¿Es una habilidad fácil de adquirir? La verdad no, no lo es en absoluto. Las experiencias vitales, profesionales, sociales, culturales e intelectuales, por citar las principales, son parte fundamental e ineludible de su adquisición y perfeccionamiento.
La inmensa mayoría de las personas analizan a los demás en base a si mismos. Seguro conocen el viejo adagio “no hay ladrón que no piense que todos son de su condición”, refrán que se aplica tanto a “buenos” como a “malos”. Juzgan en base de su propio bagaje, y con toda seguridad raramente son capaces de ponerse en “las botas del otro”.
El poder pensar como el adversario es fundamental para un tipo de entrenamiento cada vez más en boga y del que cada vez hay más “expertos”. Esa moda mal aplicada y peor analizada ha generado que este tipo de entrenamiento acabe degradando su eficacia, generando conclusiones incorrectas alejadas de la realidad. Hablamos del Force on Force.
Soy un fervoroso defensor de los entrenamientos Force on Force, en todas sus facetas, no es un dato nuevo, pero incluso este procedimiento puede generar malos hábitos si el instructor, o director del ejercicio, no capta un matiz muy importante, todos reaccionamos en base a nuestro entrenamiento y experiencia. Un policía actuando como un malo, si no es bien aleccionado y dirigido, actuará como eso mismo, “un policía actuando como malo”. El instructor debe buscar que el “policía actuando como malo” pase a ser “un malo” con toda la aleatoriaridad que ello implica. El “malo” empezará por “ponerse los zapatos” correspondientes, lo que le permitirá pensar mejor y más rápido, y el “bueno” tendrá que responder con un mayor realismo y eficacia. Ambos aprenden, ambos mejoran, ambos evolucionan.
Debemos aprender a generar pensamientos escalonados del tipo:
Con todo lo anterior es momento de definir una serie de puntos:
¿Difícil? Pues si, pero ello no lo hace menos necesario, lo siento mucho pero portar, y usar, armas no es solo un trámite o situación administrativa, es un deber y obligación saber usarlas como corresponde, profesional, legal y éticamente.
1 Comment
Queda una gran satisfaccion cuando uno lee un articulo vomo este. Cada palabra escrita por manos llenas de experiencia y analizadas por un cerebro con un gran conocimiento.
Gracias. Naron