Por Cecilio Andrade
La vida es bella y única, ni usted ni las potenciales víctimas empezaron ni buscaron una agresión, por lo tanto si estamos vivos y el agresor o agresores no, es un motivo de alegría. Estamos vivos, hemos salvado vidas, la nuestra y/o las de compañeros o civiles inocentes.
La vida es algo sagrado en todas las culturas, y así debe considerarse, y aún más como profesionales o ciudadanos armados ética y legalmente conscientes de que siempre debemos responder ante un ataque, en el momento o lugar que otros deciden. Tras el cual debemos sentirnos bien de haber logrado salvar vidas. No se pidió, insisto, que nos ataquen, lo decidió el/los agresor/es, no nosotros, por lo que el agresor es el único responsable de sus actos y de su resultado final. Todo lo demás es simple y llanamente hipocresía, intereses personales y correcciones políticas, ni más ni menos.
Si hemos entrenado correctamente y de forma realista, si hemos pensado y planificado nuestras acciones en situaciones generales, lo que sería nuestro “antes de”; si en las acciones violentas hemos hecho lo que correspondía al momento y lugar sin salirnos del carril ético, moral, legal y personal, lo que es el “ahora”, entonces, y solo entonces, nuestro “después de” será mucho más controlable y apropiado, no tendremos más problemas internos que los puramente generados por “los de siempre”, ustedes ya saben quienes, para que decir más.
Lamentar la pérdida del agresor es lamentar nuestra propia supervivencia, recuerden esa frase.
A modo de conclusiones recuerden:
En un mundo perfecto todo esto podría ser aberrante, pero vivimos en un mundo humano, hecho por y para humanos, y por ello, desgraciadamente, la perfección brilla por su ausencia.
Además, realmente la vida es única y bella, vale la pena luchar por ella ¿o no?