Fallar en Planificar es Planificar el Fallo

Fallar en Planificar es Planificar el Fallo

Por CECILIO ANDRADE

Estaba en los últimos segundos de aproximación a la pista para tomar tierra y dar por finalizado aquel largo y pesado vuelo. En un instante el aparato comenzó a vibrar de una forma peligrosa y desestabilizante, no le había ocurrido jamás en sus treinta años de experiencia. Durante el intervalo intangible de ese único instante inicial, sin tan solo organizar conscientemente un pensamiento, aumentó la potencia de los motores para ascender a una altura segura. Tras un par de explicaciones y algunas vueltas realizó la aproximación y toma de tierra resultó como siempre la había realizado, suave y segura.

En la entrevista posterior, la de la investigación del evento, se le preguntó al piloto cuando tomó la decisión de ascender, su contestación fue simple, concisa y, también para muchos, curiosa, “la tomé hace 25 años”.  Es decir tenía planificada su respuesta con anterioridad.

Antes de continuar, debo pedir disculpas a todos mis amigos y conocidos que como pilotos pueden sentirse ofendidos por mis incorrecciones en la “historia” (o “historieta” para muchos) que da pie a este texto. Por favor, no me lo tengan muy en cuenta, solo es una forma de dar pie a una idea.  Una vez realizada mi penitencia por pedante indocumentado pasemos a la razón de estas letras.

Una gran generalidad de los profesionales y usuarios armados, dentro del contexto de enfrentamiento potencialmente letal, entran dentro de los parámetros de dos tipos estandarizados de personajes, a saber:

  • Lo planifica todo hasta el más mínimo detalle y gesto.
  • No planifica nada, es más ni siquiera piensa en ello.

Todos los lectores estarán de acuerdo conmigo que de las dos opciones la segunda es la menos recomendable. La menos recomendable a pesar de ser la más común, por mucho que acodados en la barra de un bar escuchemos los tan conocidos “yo haría esto”, “yo respondería aquello”, “a mi no me pasaría”, y un largo y ególatra etc. ¿les suena de algo? Presumir de algo no implica pensar en ello con la focalización necesaria y exigible, piénsenlo.

Pero… ¿el primer punto? “planificar todo hasta el más mínimo detalle y gesto”, ¿es lo deseable? ¿lo correcto?

Una digresión histórica

Para comenzar a desarrollar mi concepto permítanme otra de mis digresiones tan habituales, divagaciones si prefieren usar una palabra más común.

La cita “ningún plan, por bueno que sea, resiste su primer contacto con el enemigo”, con toda seguridad les resulta muy conocida. La paternidad de la cita ya es otra cuestión. La frase se le reconoce al Mariscal de Campo Helmuth Carl Bernard von Moltke, apodado “El Viejo”. Fue uno de los genios militares que ayudó a convertir a Prusia en la nación que dominó Alemania, y que finalmente generó toda la Historia conocida del siglo XX a la actualidad.

2363323847_6b8e652281_o“OK, Cecilio nos explicará ahora por que no es bueno planificar, que no debemos tener un plan”. Muy al contrario, si “El Viejo” no quiso decir eso, y no lo quiso créanme, ni de lejos me atreveré a contradecirlo. Un plan es necesario, hay que analizar al enemigo, potencial o real, y conocer su situación en el entorno; pero hay que saber que cuando vayamos a la realidad, al enfrentamiento de verdad, las cosas no van a ser como esperábamos o por lo menos no todas ellas

Cuando realizamos la planificación de una actuación, una estimación de nuestra propia respuesta, recuerden que la iniciativa normalmente la llevan los “malos”, los “buenos” debemos responder, no podemos olvidar que una cosa es estar definiendo, analizando y estimando que va a suceder, como van a ser las cosas y como se van a desarrollar, y otra muy diferente es como serán cuando empecemos a responder ante la
agresión real.

Confiar en un plan inamovible, detallista y rígido nos condena al fracaso, pese a que un plan analizado y ensayado es nuestra primera baza para vencer. Aun con ello, debemos olvidarnos de la idea de apostarlo todo por el plan perfecto y dejar que la reacción fluya en modo automático con todo el bagaje de experiencias y entrenamientos previos.

Lo que me lleva a preguntar ¿Uds. entrenan, verdad?

Lo contrario de un plan rígido e inamovible, es estar siempre por delante de nuestra planificación, analizando constantemente, realizando cambios y adaptaciones. Y esto es tanto en la fase de estudio y entrenamiento como en el momento de poner toda la carne en el asador de la supervivencia. Durante un enfrentamiento las cosas no seguirán el guión lineal de nuestro plan, sucederán cosas imprevistas, en el momento que identifiquemos una desviación debemos reaccionar y corregir, y esto solo se logra con flexibilidad mental.

Una vez reaccionemos al nuevo parámetro, esto no significa que tengamos que volver al plan original necesariamente, pero sí que podremos realizar los ajustes necesarios para alcanzar el éxito, porque eso es lo importante. La finalidad de un plan no es cumplirlo, es alcanzar los objetivos marcados, y estos son simples y claros en el tema que nos ocupa, sobrevivir y regresar a casa con los nuestros que nos aman.

Siguiendo con el pensamiento base de que “ningún plan sobrevivirá al primer encuentro con el enemigo”, debemos prepararnos con unas directrices generales para que sepamos y logremos reaccionar en cualquier momento de la acción.

Tras la digresión comencemos de una vez al tema principal.

Ajedrez de supervivencia, todos saben, todos opinan

Dentro del “mundillo” del profesional o legitimo usuario armado, casi todos “saben” o creen saber como ocurrirá un enfrentamiento, como lo iniciará, como lo desarrollará y, obviamente, como lo terminará. Lo cual, patologías ególatras aparte, ya hemos visto en la digresión anterior que no será así. El Mariscal de Campo von Moltke nos lo dejó muy claro, y, si lo piensan bien, el señor Murphy también, “todo lo que puede salir mal, saldrá mal”.  Por cierto ¿saben si Mr. Murphy se apellida Moltke?

Una de esas cosas cotidianas que observo desde hace años, aunque sospecho que es algo inmutable en cualquier entorno y época de la humanidad, en cursos, talleres, seminarios o entrenamientos, es la idea de crear respuestas  del tipo que yo llamo “tablero de ajedrez”, “si hace A yo haré B”.

En principio, saber que responder y como en cada situación dada es positivo, pero solo en principio. La vida real no es un tablero ordenado, mensurable, con reglas fijas e inmutables, ni previsible. “El Viejo” nos lo dejó bien claro, el ajedrez en la vida real solo funciona si los adversarios colaboran y respetan las mismas reglas que nosotros utilizamos.  ¿Lo hacen? Contesten ustedes a la pregunta.

A lo largo de los años he generado la habilidad de pensar como mis adversarios, o al menos aproximarme a esos pensamientos lo más posible. Esta habilidad me ha permitido realizar muchos análisis de situación que evitaron problemas y, también, escenarios potencialmente de riesgo.

¿Es una habilidad fácil de adquirir? La verdad no, no lo es en absoluto. Las experiencias vitales, profesionales, sociales, culturales e intelectuales, por citar las principales, son parte fundamental e ineludible de su adquisición y perfeccionamiento.

A U.S. Army Ranger, assigned to 2nd Battalion, 75th Ranger Regiment, provides security with an MK46 machine gun during Task Force Training on Fort Hunter Liggett, Calif., Jan. 22, 2014. (U.S. Army photo by Spc. Steven Hitchcock/Released)

La inmensa mayoría de las personas analizan a los demás en base a si mismos. Seguro conocen el viejo adagio “todo ladrón piensa que todos son de su condición”, que se aplica tanto a “buenos” como a “malos”. Juzgan en base de su propio bagaje, y con toda seguridad raramente son capaces de ponerse en “las botas del otro”.

El poder pensar como el adversario es fundamental para un tipo de entrenamiento cada vez más en boga y del que cada vez hay más “expertos”. Esa moda mal aplicada y peor analizada ha generado que este tipo de entrenamiento acabe degradando su eficacia, generando conclusiones incorrectas alejadas de la realidad. Hablamos del Force on Force.

Soy un fervoroso defensor de los entrenamientos Force on Force, en todas sus facetas, para muchos de ustedes no es un dato nuevo, pero incluso este procedimiento puede generar malos hábitos si el instructor, o director del ejercicio, no capta un matiz muy importante, todos reaccionamos en base a nuestro entrenamiento y experiencia. Un policía actuando como un malo, si no es bien aleccionado y dirigido, actuará como eso mismo, “un policía actuando como malo”. El instructor debe buscar que el “policía actuando como malo” pase a ser “un malo” con toda la aleatoriaridad que ello implica. El “malo” empezará por “ponerse los zapatos” correspondientes, lo que le permitirá pensar mejor y más rápido, y el “bueno” tendrá que responder con un mayor realismo y eficacia. Ambos aprenden, ambos mejoran, ambos evolucionan.

Debemos aprender a generar pensamientos escalonados del tipo:

  • ¿Cuál es el peor escenario posible?
  • ¿Y el mejor?
  • ¿Qué queda en medio?
  • ¿Tengo las capacidades para responder a todos los escenarios?
  • Y si surge algo en lo que no he pensado ¿cómo podría responder con eficacia?

La realidad no es cómoda ni sencilla

Con todo lo anterior es momento de clarificar una serie de puntos:

  • Necesitamos un plan A, pero recordando que el abecedario tiene muchas mas letras.
  • Nuestro plan nunca debe ser inamovible, si no flexible y adaptativo.
  • Debo tener las capacidades necesarias, y si no es así las entrenaré, para llevarlo a efecto y poder modificarlo sobre la marcha.

¿Difícil? Pues si, pero ello no lo hace menos necesario, lo siento mucho pero portar, y usar, armas no es solo un trámite o situación administrativa, es un deber y obligación para usarlas como corresponde, profesional, legal y éticamente.

Las cinco viejas cuestiones, ¿qué?, ¿por qué?,  ¿cuándo?, ¿cómo? y ¿dónde o por dónde?, nos darán muchos datos y cientos de posibles respuestas. Pero ¿qué ocurre cuando las respuestas varían de una décima de  segundo a la siguiente? Las preguntas son las mismas, las respuestas jamás.

Podemos entrenar cientos, miles incluso, de respuestas específicas. ¿las podremos llevar a buen término? Lo más probable es que en todas y cada una lleguemos tarde a la respuesta correcta, y aquí el suspenso implica no regresar a casa, no lo olviden.

No podemos entrenar cada situación posible. Pero si podemos entrenar las habilidades necesarias para poder responder en cada una de las situaciones. No planeamos con líneas de respuestas, si no con un conjunto homogéneo y flexible de habilidades y capacidades. He ahí la diferencia radical de planeamiento, no planeamos líneas secuenciales, sino hojas de ruta con atajos entre puntos.

Ante cualquier escenario dado, nuestra respuesta dependerá de miles de cuestiones situacionales sobre las que no podemos influir, solo podemos influir y controlar las habilidades fundamentales que poseemos. Movimiento, comunicación, desenfunde, empuñe y manipulación del arma, empleo de cubiertas y abrigos, etc. (en realidad son muchísimos etcétera). Nuestro “plan” debe generar respuestas del tipo que salvaron el avión, con sus pasajeros y tripulación, de la “historia” inicial de este trabajo. Debe darnos respuestas tipo  “piloto automático”, y estas debes ser flexibles y adaptativas.

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