POR CECILIO ANDRADE
Imaginen una clase de tiro, el instructor es un gran experto, reconocido y, sobre todo, multi-acreditado. La ropa y gestos del instructor transmiten profesionalidad, el ambiente es del tipo cómodo de un aula moderna. Cada alumno intenta recrear el estilo y gestos del instructor. Se habla de balística, temperaturas, empuñamiento, fundas, estilos, escuelas, se proyectan películas y se analizan técnicas. Luego irán al campo o galería de tiro y realizarán ejercicios más o menos perfectos. Tras lo cual se les dará un diploma acreditativo como tiradores expertos o incluso como instructores.
Obviamente estos “expertos nóveles” (¿será esto un oxímoron?) debatirán sobre técnicas, calibres, equipo, procedimientos, y mil cosas más que han acumulado con sus diplomas y certificados. Obviamente todo esto sobre la zona de confort de los ejercicios más que conocidos y más que repetidos, sin salirse jamás del guión y esquema perfectamente controlado.
El problema surge cuando alguien les comenta sobre poner esas técnicas esmeradas y estructuradas en el caos de un ejercicio donde nada sale como se describe en tantos manuales. El ego sale dañado, no damos la imagen perfecta e invencible que vendemos, es un riesgo, un simple juego, no se consigue perfección. Si basta con analizar tiroteos y decir como lo hubiéramos resuelto nosotros en base a tantos datos duramente… memorizados. ¿Para que sudar y arriesgarse a fallar? ¿Para que esos jueguitos?
Malas noticias, la vida real es … ¿incómoda? Personalmente prefiero decir neutral, no apoya a nadie. Vence y sobrevive el más diestro, el más apto, el mejor adaptado. Y para ello debemos generar procedimientos que busquen analizar la realidad neutral desde situaciones que se acerquen mental, física y emocionalmente a esa realidad tan incómoda.
Se debe instruir en base a muchas premisas pero dos son ineludibles, conocimiento y experiencia. Hay más, lo sé, pero estos dos son condicionantes sine qua non de todo instructor comprometido y honesto.
1 Comment
Cuando el tiempo de actuar llega, la preparación ya pasó. El conocimiento y prácticas, por mucho o pocas que estos sean en conjunto con el instinto de supervivencia, dan la pauta. El permanecer en confort, no deja de ser tedioso decía un amigo, al fin y al cabo las cicatrices son condecoraciones.