Por Cecilio Andrade
La más ínfima de las operaciones de protección debe ser planeada hasta el más pequeño detalle. Todos esos detalles serán fruto de una labor esmerada de investigación y unificación de cientos de factores. Entre otros muchos factores uno de los más determinantes es el reconocimiento cuidadoso de inteligencia o avanzada.
La primera premisa a tener en cuenta es simple, no hay ruta o lugar 100% seguro. Con ello en mente, las medidas de prevención que deben tomarse siempre serán por adelantado, manteniendo la seguridad en todo momento.
El generar un estado de alerta atento y profesional nos permitirá detectar a individuos que observen al equipo de protección y a los protegidos. Conjuraremos el defecto de ser rutinarios evitando que se puedan predecir los movimientos y/o actividades de nuestros protegidos.
Potenciaremos el estado de alerta y se variarán las formaciones del equipo de protección manteniendo una actitud vigilante y lista para reaccionar con todas las capacidades, habilidades y conocimientos exigidos a un auténtico profesional de la seguridad.
Todo oficial de protección profesional conoce la importante del uso de mapas de ruta que muestren la localización de los cuellos de botella del área, estos datos ayudarán en la planificación de una protección eficaz así como de las rutas alternativas, secundarias, de evacuación, de escape, en definitiva todo lo que ayude a minimizar los riesgos y peligros de nuestros protegidos.
La importancia de tener personal de protección, bien entrenado, constituido y equipado para su misión, puede salvar tanto la vida del VIP, la de los integrantes del equipo, como la de los ciudadanos inocentes que circulen por el entorno de riesgo.
La base de todo lo anterior es un buen oficial de protección, y esto lo conforma la personalidad del mismo, personalidad que le diferencia de la gran masa de pseudo-profesionales a imagen de “guardaespaldas” cinematográficos.
Es necesario desarrollar el sentido ético personal y profesional, generar y fijar los principios que tracen las reglas que a ello conduzcan y llevarlos a la práctica con entusiasmo, perseverancia y disciplina.
Eso tan simple, aparentemente, es la base de la actitud de protección.