Por CECILIO ANDRADE
Ante cualquier escenario dado, nuestra respuesta dependerá de miles de cuestiones situacionales sobre las que no podemos influir, solo podemos influir y controlar las habilidades fundamentales que poseemos. Movimiento, comunicación, desenfunde, empuñe y manipulación del arma, empleo de cubiertas y abrigos, etc. (en realidad son muchísimos etcétera). Nuestro “plan” debe generar respuestas del tipo que salvaron el avión, con sus pasajeros y tripulación, de la “historia” inicial de este trabajo. Debe darnos respuestas tipo “piloto automático”, y estas debes ser flexibles y adaptativas.
No piense, Actúe.
Pensar en responder es no poder responder, ¿por qué?, simple y llanamente porque llegamos tarde. Cambiar nuestro enfoque y planificar respuestas inmediatas y flexibles, basadas en lo que si controlamos, es decir, a nosotros mismos y nuestras capacidades, es lo que ampliará la “ventana” de probabilidades de sobrevivir.
“¿Mis habilidades? Cambio cargadores en 1.8” sin mirar y soluciono una interrupción en 1.5”. Soy muy rápido”. ¿Les suena de algo? Lo escucho infinidad de veces, y ustedes también con toda seguridad. Es fácil planear respuestas en base a nuestras habilidades en condiciones de laboratorio, o peor y más común, de grabación para mostrarnos en Youtube. En la realidad tendremos que apartar una prenda de ropa para poder empuñar el arma, o portar un cinturón lleno de equipo desde un vehículo atestado, apartar la chaqueta que esconde nuestros cargadores, mirar para saber porque el arma no dispara, analizar que debo hacer, y todo eso bajo estrés, uno o varios adversarios hostiles delante, sin olvidar toda la problemática que el principio OODA del Coronel Boyd nos mostró.
¿Les complico las cosas? Lamento que la realidad no sea tan amable como desearíamos. Luego de todo lo anterior ahora añadan al conjunto resultante una interrogante más, el tan repetido estrés y sus efectos neurofisiológicos.
Con toda esta ecuación, con tantas variables, descubrimos que planificar, y pretender desarrollar dicho plan de forma ordenada, completa, consciente y detalladamente cuando llega la batalla real nos hará lentos en la respuesta. Como nos enseña otro viejo adagio “más vale la respuesta menos correcta en el momento adecuado, que la perfecta un momento más tarde”.
Planifique hacer trampas, Gane siempre.
Debemos entrenar bajo presión para pulir habilidades y procedimientos., agresividad, determinación, movilidad, capacidad de comunicación, análisis del entorno, uso efectivo de nuestra arma, decidir correctamente de forma casi instantánea, entre otra infinidad de cuestiones más.
Busquen atajos durante dichos entrenamientos, de tal forma que puedan hacer trampa siempre para ganar ocurra lo que ocurra. “Trampa” no implica ser un sicario, implica utilizar cualquier procedimiento que nos permita ganar la iniciativa a pesar de que nuestras acciones son reacciones a las acciones de nuestros adversarios, curioso trabalenguas., ¿no creen?
Los “malos” jamás jugarán con nuestras reglas salvo cuando estas impliquen una ventaja para ellos. Así que piensen que la única “lucha justa” es aquella en la que a pesar de todo podremos regresar a casa cono nuestros seres amados.
Planifiquen la agresividad, la rapidez, la fluidez, el estar alerta al detalle delator, decidir rápido, ser frío cuando la supervivencia es el premio, generar la sorpresa en lugar de dejarse sorprender. No planifiquen donde poner el pie derecho en cada caso, si no como ponerlo en cualquier situación.
Como ya comenté en otros trabajos, la precisión siendo uno de los puntos más importantes en un enfrenamiento, no es realmente el primero de la lista. Lo realmente prioritario y difícil es tomar decisiones efectivas en centésimas de segundo bajo estrés. Y para ello la única palabra que debemos meter en nuestra táctica y dura mollera es “adaptación”.
Todo lo comentado nos llega a través del bucle ya nombrado definido por las siglas OODA, observar, orientar, decidir y actuar. Debemos planificar nuestros entrenamientos para que a la hora de la realidad podamos superar los prejuicios sociales, legales, morales, la negación e incredulidad, la resistencia a moverse. Planificar al detalle el entrenamiento para que en la realidad podamos ser flexibles y adaptativos.
Con ello lograremos ser capaces y hábiles a nivel inconsciente, respondiendo de forma instantánea, sin pensar, pero siempre de una forma ordenada, eficaz y precisa.
¿Conclusión? Sin análisis no hay conclusión.
El piloto de la historia que da pie a este trabajo planificó en detalle en la fase de adiestramiento, por lo que pudo reaccionar con eficacia el día que fue necesario. ¿Pensó en su plan de acción durante su evento? Obviamente no, si lo hubiera hecho no existiría su historia como ejemplo.
Planifiquen con la realidad en al mano durante el entrenamiento previo, el antes. Con ello podrán ser eficazmente reactivos en cualquier enfrentamiento, el durante.
Movimiento no es solo desplazar un cuerpo, no en nuestro caso al menos, si no tener una mente capaz y fluida, siempre en movimiento.